martes, 7 de octubre de 2008

Aprendiendo a escribir como Cortázar


Posible final de La continuidad de los parques.
De: Julio Cortázar
Por: Minia Bermúdez de la Puente García.

[...] La cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela. Alcanza un cigarrillo. Lo enciende y empieza a fumar.
Por detrás el amante con temor a ser descubierto. Decide retroceder lentamente.
Al salir, en el portal de la casa, se encuentra al mayordomo, indeciso por darle alguna explicación le apuñala y sale de la casa.
Va en busca de la chica.
- Me confundí de hombre - le dice a ella.




Final inventado del texto " Continuidad de los parques " del escritor Julio Cortázar,
hecho por Eloy Conde Señoráns.


Al poco rato, el señor que estaba sentado en el sillón verde de terciopelo, acabó la novela. Dejó la novela en el suelo, se levantó y metido aún en el mundo de la ficción, se tiró al suelo haciendo como si le clavaran un puñal. Él, con la mano derecha sobre el corazón, se quedó dormido y no se despertó hasta el siguiente día.





Posible final para "Continuidad de los parques",
por Ana Montes, de 3º ESO A





(...) La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza de un hombre en el sillón leyendo una novela. Sigilosamente, como si de una pluma se tratase, penetró en la estancia. Se acercó al sillón, calculando cada uno de sus pasos. Acarición el puñal instantes antes de rasgar el cuello del hombre que leía una novela, el cual murió en silencio. Un silencio sólo interrumpido por el grito de agonía del amante cuando una bala atrevesó su corazón. La mujer dejó caer el arma y metió algunas de sus joyas en el bolsillo del amante ya muerto. Acto seguido telefoneó a la policía para denunciar el "intento de robo que había terminado con dos muertos". Sin duda, el plan perfecto de la mujer. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores...



El hombre cerró la libro, atónito por el esplendor de la novela que lo había metido tan sorprendentemente en su argumento hasta el punto de que ya debería haberse bajado del tren tres estaciones atrás.





Relatos literarios de medo