martes, 9 de diciembre de 2008

Mi final alternativo para LA CATEDRAL


Fui la última en despedirse de Telmo. Lo hice a propósito, quería un poco más de intimidad que el resto, pues sería un adiós diferente. Me acerqué a él con paso decidido y entrelacé los brazos alrededor de su tronco. Apoyé la mejilla contra su pecho para después alzar la cabeza y ponerme de puntillas para besarle los labios con suavidad. Al parecer el joven decidió seguirme el juego, cosa que yo no esperaba ni lo más mínimo y me separé con demasiada brusquedad. Fruncí el ceño fingiendo un enfado que no estaba teniendo y meneé el dedo ante su cara.
-Volveremos a vernos, Telmo Yáñez. No sé cuándo ni dónde, pero nos encontraremos de nuevo. Y me casaré contigo, puedes estar seguro. – afirmé más que amenacé. Sonrió. Supongo que lo haría riéndose de mí, pensando “pobre mujer, ha perdido el juicio” o algo de ese estilo. Montó en su caballo y se despidió con la mano de todos. Puede que fuese las lágrimas que me abrumaban sin querer y me impedían ver con nitidez o quizá fuese una broma pesada de mi cruel imaginación, pero por unos instantes creí que me hizo un gesto para que fuese con él. Corrí unos pasos, pero me quedé quieta al verlo alejarse. Suspiré y dejé que la melancolía comenzase ya a ganar territorio en mi mente y me idealicé a acostumbrarme a ella, ya que sería mi compañera durante muchos años, ¿o no?...



Marina Cores

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo pienso que este final es el mejor de todos, pues es muy bonito, y habla sobr elos sentimientos de la chica, que se sentía muy mal por estar enamorada de él y su marcha a otro lugar la entristecía más.


Lucía Conde Fructuoso 3º ESO-A

Relatos literarios de medo